Cuando alguien que amamos fallece, es muy fácil sentirse abrumado por la tristeza y el dolor. Incluso las palabras más bien intencionadas pueden resultar hirientes en estos momentos de gran vulnerabilidad emocional. Saber qué decir y, más importante aún, qué no decir, se vuelve crucial cuando queremos brindar nuestro apoyo a amigos o familiares que están pasando por un proceso de duelo.
Es importante entender que la tristeza y el duelo no son lo mismo. La tristeza puede ser pasajera, mientras que el duelo es un proceso más largo que implica una adaptación a la vida sin la persona que hemos perdido. Durante este proceso, es normal experimentar diferentes emociones como rabia, negación, depresión e incluso culpa.
No hay un camino "correcto" para el duelo, pero es común que las personas pasen por ciertas etapas emocionales como la incredulidad, la rabia, la tristeza, la aceptación y por último, la recuperación. El camino es personal y cada uno de nosotros lo experimenta de una manera distinta, sin embargo, lo que es importante es que estas fases no se pueden apresurar. Permitir a la persona que está de luto el tiempo para sentir y procesar su dolor es fundamental para que puedan salir adelante.
"¡Ánimo! La vida sigue", "piensa en lo afortunados que fueron de compartir tantos años juntos", "al menos ya no sufre". Este tipo de afirmaciones pueden parecer positivas y bien intencionadas pero minimizan el dolor de la persona en duelo. Permitir al doliente expresar sus sentimientos sin intentar silenciarlos es más reconfortante para ellos.
"Dios sabe lo que hace", "todo tiene un propósito", "todo pasa por algo". Estas frases pueden parecer reconfortantes para quien las dice pero pueden hacer que el doliente se sienta incomprendido, como si sus sentimientos fueran considerados irrelevantes. En momentos de duelo, es mejor evitar ofrecer explicaciones al porqué de la situación.
"Deberías dejar de llorar y seguir adelante", "tienes que ser fuerte por los demás", "no te sientas mal". Los consejos no solicitados pueden hacer que el doliente se sienta juzgado por mostrarse vulnerable. Escuchar sin lanzar frases hechas es mucho más útil y generoso.
Expresar preocupación por cómo se siente alguien y realizar preguntas abiertas que le permitan hablar con libertad puede ser muy beneficioso para la persona doliente. "¿Cómo te sientes?", "¿quieres hablar?", "¿necesitas algo?" son preguntas que demuestran interés y comprensión por el dolor que la persona está experimentando.
"No tengo palabras para decir lo que estás pasando, pero si necesitas hablar o alguien que te escuche, estoy aquí", "no entiendo cómo te sientes, pero estoy aquí para ti". Estas son frases que reconocen la complejidad del dolor y la importancia de contar con un espacio seguro para expresarlo.
¿Hay algo que puedas hacer para aliviar las cargas del doliente? Ofrecer hacer las compras, cocinar una cena, llevar a los niños al colegio o incluso cuidar del animal de la persona, pueden hacer una gran diferencia en un momento en que la energía y el ánimo escasean.
Cuando alguien que amamos fallece, podemos sentirnos impotentes y sin saber qué hacer o decir para ayudar a la persona que está de luto. En estos momentos, es importante entender que el dolor es un proceso largo y personal que no podemos acelerar. El apoyo que más ayuda es aquel que muestra empatía, disposición a escuchar y ofrecer ayuda concreta. En vez de minimizar o justificar el dolor, permitir el espacio para sentir puede ser la mejor forma de ayudar.